Dice Paul Quignard en “El odio a la música”: “¿Cuál es la entonación originaria de la música? ¿Por qué hay instrumentos de música? ¿Por qué los mitos prestan atención a su nacimiento?”. Preguntas que aceptan variadas respuestas e interpretaciones.
https://adrianadelossantos.bandcamp.com/releases
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Calor pasión cambio quiebre faro musa.
Ella abre los espacios y los llena.
No existe fuego más ardiente, que el que escupen las vísceras.
Lo sabe – o infiere -, y se divierte. Goce. Puro.
No existe fuego más ardiente, que el que escupen las vísceras.
Lo sabe – o infiere -, y se divierte. Goce. Puro.
Pasión por el descubrimiento, por el ingreso a zonas vedadas (para otros), por la irrupción.
El cuerpo / los cuerpos se contorsiona/n, como una cuerda, como una llama.
No hay vuelto por la vuelta ni retorno cierto y, mientras el alquimista prepara su fuego, ella dispara sus dardos. Y acierta.
El sonido – o la falta de él (lo mismo desde otro ángulo) -, vuelve día la oscuridad y viceversa. Los huesos se hacen astillas y la cabeza, o lo que queda, cede su espacio.
Las barreras se derrumban. Las defensas son, sólo, un fantasma.
La mirada se enciende, la piel se eriza y las entrañas arden.
Imágenes pesadillas fantasías prohibidas.
La piel arrancada a jirones escupe brebajes que disparan, directo al plexo, a la ciencia que fue dogma.
La mirada se enciende, la piel se eriza y las entrañas arden.
Imágenes pesadillas fantasías prohibidas.
La piel arrancada a jirones escupe brebajes que disparan, directo al plexo, a la ciencia que fue dogma.
El cambio es impredecible, a menudo sangra y muta, resistiendo identificaciones como tal.
No hay un par de dedos iguales, reaccionando a golpes variables, atomizados, independientes de sentido, de un sentido (o de varios), a menudo no se reconocen.
La misma tela jamás recibe dos pinceladas iguales, una tecla tampoco, aunque reconozca el golpe, o el roce.
La misma tela jamás recibe dos pinceladas iguales, una tecla tampoco, aunque reconozca el golpe, o el roce.
Fragmentos de historias, uniéndose, siempre cambiantes. Parábolas. Humeantes visiones, el sexo escapa por las grietas y las aguas no se calman. ¿Quién define lo que no fue?, lo que nunca fue. ¡El azar!. Tal vez.
Como si nada fuese cierto, la historia se reconstruye de fragmentos, de magdalenas, de pesares, de goces y ciencias crípticas. También de sonidos y silencios.
Sofá de pinches ardientes, estiletes que liberan, diez dedos que son armasinstrumentosherramientas. Y más, mucho más. Si los laberintos fuesen interminables buscaría ese piano, como provocadora compañía para soledades que se presumen longevas.
Rectas intermitentes, curvas inacabadas, espirales centrípetos, carne ardiendo y diez dedos.
Diez
Dedos
O más
Ya no importa.
Rectas intermitentes, curvas inacabadas, espirales centrípetos, carne ardiendo y diez dedos.
Diez
Dedos
O más
Ya no importa.
Después de más de treinta años de carrera, que incluyen participaciones con algunos de los referentes nacionales e internacionales más influyentes de los últimos años dentro del campo del “experimentalismo”, infinidad de conciertos en el país y el exterior, una tarea docente que incluye discípulos de múltiples nacionalidades, y muchos etcéteras más; Adriana de los Santos se dispuso a dejar su primer registro sonoro. Celebremos.
Este “Ground 0” – alejado de torres gemelas y cercano al espíritu de John Cage -, se manifiesta como un punto de inicio. Auguramos un punto de quiebre en su carrera, o un nuevo disparador de la misma.
Junto a socios provenientes del free jazz, la tradición experimental argentina y la performance, como Guillermo Gregorio, —–Carlé Costa, Mono Hurtado, Agustín Genoud, Fernando Perales, Sam Nacht + Grod Morel, Migma y Andrea Pensado, nos encontramos con una especie de resumen, sumamente acotado es cierto, de una trayectoria que, parece, siempre a punto de recomenzar. Resulta medianamente cierto que, para iniciar algo nuevo, hay que terminar con algo viejo; aunque no estoy seguro que esto aplique en el caso que nos ocupa.
Junto a socios provenientes del free jazz, la tradición experimental argentina y la performance, como Guillermo Gregorio, —–Carlé Costa, Mono Hurtado, Agustín Genoud, Fernando Perales, Sam Nacht + Grod Morel, Migma y Andrea Pensado, nos encontramos con una especie de resumen, sumamente acotado es cierto, de una trayectoria que, parece, siempre a punto de recomenzar. Resulta medianamente cierto que, para iniciar algo nuevo, hay que terminar con algo viejo; aunque no estoy seguro que esto aplique en el caso que nos ocupa.
De los Santos se reinicia y se reinventa permanentemente. Desde el piano y fuera de él.
Nunca fue una artista limitada a un solo espacio, de hecho, si algo la caracteriza, es su indomable búsqueda estética para confirmar y sostener una postura ética de un compromiso pocas veces visto.
Y es el piano su arma favorita para expresar y cautivar, el socio eterno para ejemplificar un contrato sellado a fuego, con el compromiso que define una existencia.
Síntesis de huracán y hechicera, de los Santos arremete, mezcla, une, desagrega – sin el menor atisbo de complacencia -, sonidos y silencios, con cada uno de los compañeros de ruta escogidos; haciendo añicos convenciones, incluso aquellas que se erigieron en pos del “vanguardismo”.
El idioma de estos tiempos, apenas, está comenzando a escribirse y, tengo para mí, que a Adriana de los Santos le corresponden algunas páginas.
Brindo por ello.
Horacio J. Ferreras
melafu@gmail.com
Nunca fue una artista limitada a un solo espacio, de hecho, si algo la caracteriza, es su indomable búsqueda estética para confirmar y sostener una postura ética de un compromiso pocas veces visto.
Y es el piano su arma favorita para expresar y cautivar, el socio eterno para ejemplificar un contrato sellado a fuego, con el compromiso que define una existencia.
Síntesis de huracán y hechicera, de los Santos arremete, mezcla, une, desagrega – sin el menor atisbo de complacencia -, sonidos y silencios, con cada uno de los compañeros de ruta escogidos; haciendo añicos convenciones, incluso aquellas que se erigieron en pos del “vanguardismo”.
El idioma de estos tiempos, apenas, está comenzando a escribirse y, tengo para mí, que a Adriana de los Santos le corresponden algunas páginas.
Brindo por ello.
Horacio J. Ferreras
melafu@gmail.com
[No hay que comprar para tener, hay que comprar para sostener.]