domingo, 29 de agosto de 2010

aullido eterno : allen ginsberg


releer "aullido" resultó una experiencia bastante más dura de lo que presuponía.
claro que no es lo mismo leer algo durante la temprana juventud, 
que hacerlo mucho tiempo después!.
pero aún así, ciertas palabras, imágenes y colores, 
toman una vida que, tiempo atrás, no ví.  
no supe ver.  
no quise ver.
hay momentos en los que, las mismas cosas, cobran otra dimensión.
multiplicando efectos.  profundizando heridas.  aclarando dudas.
la poesía está viva.
la poesía es vida.
y la vida se recrea y se reinventa todo el tiempo.
los poetas no mueren.
somos nosotros los que los revivimos con cada lectura.
volviéndonos de ese modo, recreadores de creadores.
como dioses.
como hombres.
como vivos entre los vivos.
melafú!

AULLIDO
Para Carl Salomón
 I Vi las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura,
hambrientas histéricas desnudas,
arrastrándose por las calles de los negros al amanecer en busca de un colérico pinchazo,
hipsters con cabezas de ángel ardiendo por la antigua conexión celestial con el estrellado dínamo de la maquinaria nocturna,
que pobres y harapientos y ojerosos y drogados pasaron la noche fumando en la oscuridad sobrenatural de apartamentos de agua fría, flotando sobre las
cimas de las ciudades contemplando jazz,
que desnudaron sus cerebros ante el cielo bajo el El y vieron ángeles
mahometanos tambaleándose sobre techos iluminados,
que pasaron por las universidades con radiantes ojos imperturbables
alucinando Arkansas y tragedia en la luz de Blake entre los maestros de la
guerra,
que fueron expulsados de las academias por locos y por publicar odas
obscenas en las ventanas de la calavera,
que se acurrucaron en ropa interior en habitaciones sin afeitar, quemando su
dinero en papeleras y escuchando al Terror a través del muro,
que fueron arrestados por sus barbas púbicas regresando por Laredo con un
cinturón de marihuana hacia Nueva York,
que comieron fuego en hoteles de pintura o bebieron trementina en Paradise
Alley, muerte, o sometieron sus torsos a un purgatorio noche tras noche,
con sueños, con drogas, con pesadillas que despiertan, alcohol y verga y
bailes sin fin,
incomparables callejones de temblorosa nube y relámpago en la mente
saltando hacia los polos de Canadá y Paterson, iluminando todo el inmóvil
mundo del intertiempo,
realidades de salones de Peyote, amaneceres de cementerio de árbol verde
en el patio trasero, borrachera de vino sobre los tejados, barrios de escaparate
de paseos drogados luz de tráfico de neón parpadeante, vibraciones de sol,
luna y árbol en los rugientes atardeceres invernales de Brooklyn, desvaríos de
cenicero y bondadosa luz reina de la mente,
que se encadenaron a los subterráneos para el interminable viaje desde
Battery al santo Bronx en benzedrina hasta que el ruido de ruedas y niños los
hizo caer temblando con la boca desvencijada y golpeados yermos de cerebro
completamente drenados de brillo bajo la lúgubre luz del Zoológico,
que se hundieron toda la noche en la submarina luz de Bickford salían flotando
y se sentaban a lo largo de tardes de cerveza desvanecida en el desolado
Fugazzi's, escuchando el crujir del Apocalipsis en el jukebox de hidrógeno,
que hablaron sin parar por setenta horas del parque al departamento al bar a
Bellevue al museo al puente de Brooklyn,
un batallón perdido de conversadores platónicos saltando desde las barandas
de salidas de incendio desde ventanas desde el Empire State desde la luna,
parloteando gritando vomitando susurrando hechos y memorias y anécdotas y
excitaciones del globo ocular y shocks de hospitales y cárceles y guerras,
intelectos enteros expulsados en recuerdo de todo por siete días y noches con
ojos brillantes, carne para la sinagoga arrojada en el pavimento,
que se desvanecieron en la nada Zen Nueva Jersey dejando un rastro de
ambiguas postales del Atlantic City Hall,
sufriendo sudores orientales y crujidos de huesos tangerinos y migrañas de la
china con síndrome de abstinencia en un pobremente amoblado cuarto de
Newark,
que vagaron por ahí y por ahí a medianoche en los patios de ferrocarriles
preguntándose dónde ir, y se iban, sin dejar corazones rotos,
que encendieron cigarrillos en furgones furgones furgones haciendo ruido a
través de la nieve hacia granjas solitarias en la abuela noche,
que estudiaron a Plotino Poe San Juan de la Cruz telepatía bop kabbalah
porque el cosmos instintivamente vibraba a sus pies en Kansas,
que vagaron solos por las calles de Idaho buscando ángeles indios visionarios
que fueran ángeles indios visionarios,
que pensaron que tan sólo estaban locos cuando Baltimore refulgió en un
éxtasis sobrenatural,
que subieron en limosinas con el chino de Oklahoma impulsados por la lluvia
de pueblo luz de calle en la medianoche invernal,
que vagaron hambrientos y solitarios en Houston en busca de jazz o sexo o
sopa, y siguieron al brillante Español para conversar sobre América y la
Eternidad, una tarea inútil y así se embarcaron hacia África,
que desaparecieron en los volcanes de México dejando atrás nada sino la
sombra de jeans y la lava y la ceniza de la poesía esparcida en la chimenea
Chicago,
que reaparecieron en la costa oeste investigando al F.B.I. con barba y
pantalones cortos con grandes ojos pacifistas sensuales en su oscura piel
repartiendo incomprensibles panfletos,
que se quemaron los brazos con cigarrillos protestando por la neblina
narcótica del tabaco del Capitalismo,
que distribuyeron panfletos supercomunistas en Union Square sollozando y
desnudándose mientras las sirenas de Los Álamos aullaban por ellos y
aullaban por la calle Wall, y el ferry de Staten Island también aullaba,
que se derrumbaron llorando en gimnasios blancos desnudos y temblando
ante la maquinaria de otros esqueletos,
que mordieron detectives en el cuello y chillaron con deleite en autos de
policías por no cometer más crimen que su propia salvaje pederastia e
intoxicación,
que aullaron de rodillas en el subterráneo y eran arrastrados por los tejados
blandiendo genitales y manuscritos,
que se dejaron follar por el culo por santos motociclistas, y gritaban de gozo,
que mamaron y fueron mamados por esos serafines humanos, los marinos,
caricias de amor Atlántico y Caribeño,
que follaron en la mañana en las tardes en rosales y en el pasto de parques
públicos y cementerios repartiendo su semen libremente a quien quisiera venir,
que hiparon interminablemente tratando de reír pero terminaron con un llanto
tras la partición de un baño turco cuando el blanco y desnudo ángel vino para
atravesarlos con una espada,
que perdieron sus efebos por las tres viejas arpías del destino la arpía tuerta
del dólar heterosexual la arpía tuerta que guiña el ojo fuera del vientre y la
arpía tuerta que no hace más que sentarse en su culo y cortar las hebras
intelectuales doradas del telar del artesano,
que copularon extáticos e insaciables con una botella de cerveza un amorcito
un paquete de cigarrillos una vela y se cayeron de la cama, y continuaron por
el suelo y por el pasillo y terminaron desmayándose en el muro con una visión
del coño supremo y eyacularon eludiendo el último hálito de conciencia,
que endulzaron los coños de un millón de muchachas estremeciéndose en el
crepúsculo, y tenían los ojos rojos en las mañanas pero estaban preparados
para endulzar el coño del amanecer, resplandecientes nalgas bajo graneros y
desnudos en el lago,
que salieron de putas por Colorado en miríadas de autos robados por una
noche, N.C. héroe secreto de estos poemas, follador y Adonis de Denver -
regocijémonos con el recuerdo de sus innumerables jodiendas de muchachas
en solares vacíos y patios traseros de restaurantes, en desvencijados asientos
de cines, en cimas de montañas, en cuevas o con demacradas camareras en
familiares solitarios levantamientos de enaguas y especialmente secretos
solipsismos en baños de gasolineras y también en callejones de la ciudad
natal,
que se desvanecieron en vastas y sórdidas películas, eran cambiados en
sueños, despertaban en un súbito Manhattan y se levantaron en sótanos con
resacas de despiadado Tokai y horrores de sueños de hierro de la tercera
avenida y se tambalearon hacia las oficinas de desempleo,
que caminaron toda la noche con los zapatos llenos de sangre sobre los
bancos de nieve en los muelles esperando que una puerta se abriera en el
East River hacia una habitación llena de vapor caliente y opio,
que crearon grandes dramas suicidas en los farellones de los departamentos
del Hudson bajo el foco azul de la luna durante la guerra y sus cabezas serán
coronadas de laurel y olvido,
que comieron estofado de cordero de la imaginación o digirieron el cangrejo en
el lodoso fondo de los ríos de Bowery,
que lloraron ante el romance de las calles con sus carritos llenos de cebollas y
mala música,
que se sentaron sobre cajas respirando en la oscuridad bajo el puente y se
levantaron para construir clavicordios en sus áticos,
que tosieron en el sexto piso de Harlem coronados de fuego bajo el cielo
tubercular rodeados por cajas naranjas de Teología,
que escribieron frenéticos toda la noche balanceándose y rodando sobre
sublimes encantamientos que en el amarillo amanecer eran estrofas
incoherentes,
que cocinaron animales podridos pulmón corazón pié cola borsht &
tortillas soñando con el puro reino vegetal,
que se arrojaron bajo camiones de carne en busca de un huevo,
que tiraron sus relojes desde el techo para emitir su voto por una eternidad
fuera del tiempo, & cayeron despertadores en  sus cabezas cada día por
toda la década siguiente,
que cortaron sus muñecas tres veces sucesivamente sin éxito, desistieron y
fueron forzados a abrir tiendas de antigüedades donde pensaron que estaban
envejeciendo y lloraron,
que fueron quemados vivos en sus inocentes trajes de franela en Madison
Avenue entre explosiones de versos plúmbeos & el enlatado martilleo de
los férreos regimientos de la moda & los gritos de nitroglicerina de
maricas de la publicidad & el gas mostaza de inteligentes editores
siniestros, o fueron atropellados por los taxis ebrios de la realidad absoluta,
que saltaron del puente de Brooklyn esto realmente ocurrió y se alejaron
desconocidos y olvidados dentro de la fantasmal niebla de los callejones de
sopa  y carros de bomba del barrio Chino, ni siquiera una cerveza gratis,
que cantaron desesperados desde sus ventanas, se cayeron por la ventana
del metro, saltaron en el sucio Passaic, se abalanzaron sobre negros, lloraron
por toda la calle, bailaron descalzos sobre vasos de vino rotos y discos de
fonógrafo destrozados de nostálgico Europeo jazz Alemán de los años 30 se
acabaron el whisky y vomitaron gimiendo en el baño sangriento, con lamentos
en sus oídos y la explosión de colosales silbatos de vapor,
que se lanzaron por las autopistas del pasado viajando hacia la cárcel del
gólgota -solitario mirar- autos preparados de cada uno de ellos o Encarnación
de Jazz de Birmingham,
que condujeron campo traviesa por 72 horas para averiguar si yo había tenido
una visión o tú habías tenido una visión o él había tenido una visión para
conocer la eternidad,
que viajaron a Denver, murieron en Denver, que volvían a Denver; que velaron
por Denver y meditaron y andaban solos en Denver y finalmente se fueron
lejos para averiguar el tiempo, y ahora Denver extraña a sus héroes,
que cayeron de rodillas en desesperanzadas catedrales rezando por la
salvación de cada uno y la luz y los pechos, hasta que al alma se le iluminó el
cabello por un segundo,
que chocaron a través de su mente en la cárcel esperando por imposibles
criminales de cabeza dorada y el encanto de la realidad en sus corazones que
cantaba dulces blues a Alcatraz,
que se retiraron a México a cultivar un hábito o a Rocky Mount hacia el tierno
Buda o a Tánger en busca de muchachos o a la Southern Pacific hacia la
negra locomotora o de Harvard a Narciso a Woodland hacia la guirnalda de
margaritas o a la tumba,
que exigieron juicios de cordura acusando a la radio de hipnotismo y fueron
abandonados con su locura y sus manos y un jurado indeciso,
que tiraron ensalada de papas a los lectores de la CCNY sobre dadaísmo y
subsiguientemente se presentan en los escalones de granito del manicomio
con las cabezas afeitadas y un arlequinesco discurso de suicidio, exigiendo
una lobotomía al instante,
y recibieron a cambio el concreto vacío de la insulina Metrazol electricidad
hidroterapia psicoterapia terapia ocupacional ping pong y amnesia,
que en una protesta sin humor volcaron sólo una simbólica mesa de ping
pong, descansando brevemente en catatonia,
volviendo años después realmente calvos excepto por una peluca de sangre, y
de lágrimas y dedos, a la visible condenación del loco de los barrios de las
locas ciudades del Este,
los fétidos salones del Pilgrim State Rockland y Greystones, discutiendo con
los ecos del alma, balanceándose y rodando en la banca de la soledad de
medianoche reinos dolmen del amor, sueño de la vida una pesadilla, cuerpos
convertidos en piedra tan pesada como la luna,
con la madre finalmente ****** [i] , y el último fantástico libro arrojado por la
ventana de la habitación, y a la última puerta cerrada a las 4 AM y el último
teléfono golpeado contra el muro en protesta y el último cuarto amoblado
vaciado hasta la última pieza de mueblería mental, un papel amarillo se irguió
torcido en un colgador de alambre en el closet, e incluso eso imaginario, nada
sino un esperanzado poco de alucinación-
ah, Carl, mientras no estés a salvo yo no voy a estar a salvo, y ahora estás
realmente en la total sopa animal del tiempo-
y que por lo tanto corrió a través de las heladas calles obsesionado con una
súbita inspiración sobre la alquimia del uso de la elipse el catálogo del medidor
y el plano vibratorio,
que soñaron e hicieron aberturas encarnadas en el tiempo y el espacio a
través de imágenes yuxtapuestas y atraparon al Arcángel del alma entre 2
imágenes visuales y unieron los verbos elementales y pusieron el nombre y
una pieza de conciencia saltando juntos con una sensación de Pater
Omnipotens Aeterna Deus
para recrear la sintaxis y medida de la pobre prosa humana y pararse frente a
ti mudos e inteligentes y temblorosos de vergüenza, rechazados y no obstante
confesando el alma para conformarse al ritmo del pensamiento en su desnuda
cabeza sin fin,
el vagabundo demente y el ángel beat en el tiempo, desconocido, y no
obstante escribiendo aquí lo que podría quedar por decir en el tiempo después
de la muerte,
y se alzaron reencarnando en las fantasmales ropas del jazz en la sombra de
cuerno dorado de la banda y soplaron el sufrimiento de la mente desnuda de
América por el amor en un llanto de saxofón eli eli lamma lamma sabacthani
que estremeció las ciudades hasta la última radio
con el absoluto corazón del poema sanguinariamente arrancado de sus
cuerpos bueno para alimentarse mil años.

II ¿Qué esfinge de cemento y aluminio abrió sus cráneos y devoró sus
cerebros y su imaginación?
¡Moloch! ¡Soledad! ¡Inmundicia! ¡Ceniceros y dólares inalcanzables! ¡Niños
gritando bajo las escaleras! ¡Muchachos sollozando en ejércitos! ¡Ancianos
llorando en los parques!
¡Moloch! ¡Moloch! ¡Pesadilla de Moloch! ¡Moloch el sin amor! ¡Moloch mental!
¡Moloch el pesado juez de los hombres!
¡Moloch la prisión incomprensible! ¡Moloch la desalmada cárcel de tibias
cruzadas y congreso de tristezas! ¡Moloch cuyos edificios son juicio! ¡Moloch la
vasta piedra de la guerra! ¡Moloch los pasmados gobiernos!
¡Moloch cuya mente es maquinaria pura! ¡Moloch cuya sangre es un torrente
de dinero! ¡Moloch cuyos dedos son diez ejércitos! ¡Moloch cuyo pecho es un
dínamo caníbal! ¡Moloch cuya oreja es una tumba humeante!
¡Moloch cuyos ojos son mil ventanas ciegas! ¡Moloch cuyos rascacielos se
yerguen en las largas calles como inacabables Jehovás! ¡Moloch cuyas
fábricas sueñan y croan en la niebla! ¡Moloch cuyas chimeneas y antenas
coronan las ciudades!
¡Moloch cuyo amor es aceite y piedra sin fin! ¡Moloch cuya alma es electricidad
y bancos! ¡Moloch cuya pobreza es el espectro del genio! ¡Moloch cuyo
destino es una nube de hidrógeno asexuado! ¡Moloch cuyo nombre es la
mente!
¡Moloch en quien me asiento solitario! ¡Moloch en quien sueño ángeles!
¡Demente en Moloch! ¡Chupa vergas en Moloch! ¡Sin amor ni hombre en
Moloch!
¡Moloch quien entró tempranamente en mi alma! ¡Moloch en quien soy una
conciencia sin un cuerpo! ¡Moloch quien me ahuyentó de mi éxtasis natural!
¡Moloch a quien yo abandono! ¡Despierten en Moloch! ¡Luz chorreando del
cielo!
¡Moloch! ¡Moloch! ¡Departamentos robots! ¡Suburbios invisibles! ¡Tesorerías
esqueléticas!
¡Capitales ciegas! ¡Industrias demoníacas! ¡Naciones espectrales! ¡Invencibles
manicomios! ¡Vergas de granito! ¡Bombas monstruosas!
¡Rompieron sus espaldas levantando a Moloch hasta el cielo! ¡Pavimentos,
árboles, radios, toneladas! ¡Levantando la ciudad al cielo que existe y está
alrededor nuestro!
¡Visiones! ¡Presagios! ¡Alucinaciones! ¡Milagros! ¡Éxtasis! ¡Arrastrados por el
río americano!
¡Sueños! ¡Adoraciones! ¡Iluminaciones! ¡Religiones! ¡Todo el cargamento de
mierda sensible!
¡Progresos! ¡Sobre el río! ¡Giros y crucifixiones! ¡Arrastrados por la corriente!
¡Epifanías! ¡Desesperaciones! ¡Diez años de gritos animales y suicidios!
¡Mentes! ¡Nuevos amores! ¡Generación demente! ¡Abajo sobre las rocas del
tiempo!
¡Auténtica risa santa en el río! ¡Ellos lo vieron todo!  ¡Los ojos salvajes! ¡Los
santos gritos! ¡Dijeron hasta luego! ¡Saltaron del techo! ¡Hacia la soledad!
¡Despidiéndose! ¡Llevando flores! ¡Hacia el río! ¡Por la calle!

III ¡Carl Solomon! Estoy contigo en Rockland
                Donde estás más loco de lo que yo estoy
Estoy contigo en Rockland
                Donde te debes sentir muy extraño
Estoy contigo en Rockland
                Donde imitas la sombra de mi madre
Estoy contigo en Rockland
                Donde has asesinado a tus doce secretarias
Estoy contigo en Rockland
                Donde te ríes de este humor invisible
Estoy contigo en Rockland
                Donde somos grandes escritores en la misma horrorosa máquina de
escribir
Estoy contigo en Rockland
                Donde tu condición se ha vuelto seria y es reportada por la radio
Estoy contigo en Rockland
                Donde las facultades de la calavera no admiten más los gusanos de
los sentidos
Estoy contigo en Rockland
                Donde bebes el té de los pechos de las solteras de Utica
Estoy contigo en Rockland
                Donde te burlas de los cuerpos de tus enfermeras las arpías del
Bronx
Estoy contigo en Rockland
                Donde gritas en una camisa de fuerza que estás perdiendo el juego
del verdadero
            ping pong del abismo
Estoy contigo en Rockland
                Donde golpeas el piano catatónico el alma es inocente e inmortal
jamás debería
            morir sin dios en una casa de locos armada
Estoy contigo en Rockland
                Donde cincuenta shocks más no te devolverán nunca tu alma a su
cuerpo de su
            peregrinaje a una cruz en el vacío
Estoy contigo en Rockland
                Donde acusas a tus doctores de locura y planeas la revolución
socialista hebrea
            contra el Gólgota nacional fascista
Estoy contigo en Rockland
                Donde abres los cielos de Long Island y resucitas a tu Jesús
humano y viviente de la
            tumba sobrehumana
Estoy contigo en Rockland
                Donde hay veinticinco mil camaradas locos juntos cantando las
estrofas finales de
            La Internacional
Estoy contigo en Rockland
                Donde abrazamos y besamos a los Estados Unidos bajo nuestras
sábanas los
            Estados Unidos que tosen toda la noche y no nos dejan dormir
Estoy contigo en Rockland
            Donde despertamos electrificados del coma por el rugir de los
aeroplanos de
            nuestras propias almas sobre el tejado ellos han venido para lanzar
bombas
            angelicales el hospital se ilumina a sí mismo  colapsan muros
imaginarios  Oh
            escuálidas legiones corren afuera  Oh estrellado shock de compasión
la guerra
            eterna está aquí  Oh victoria olvida tu ropa interior somos libres
Estoy contigo en Rockland
                En mis sueños caminas goteando por un viaje a través del mar sobre
las carreteras a
            través de América llorando hasta la puerta de mi cabaña en la noche
del oeste
San Francisco, 1955-1956

Nota A Pie De Página Para "Aullido"
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!
¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!
¡El mundo es santo! ¡El alma es santa! ¡La piel es santa! ¡La nariz es santa!
¡La lengua y la verga y la mano y el agujero del culo son santos!
¡Todo es santo! ¡todos son santos! ¡todos los lugares son santos! ¡todo día
está en la eternidad! ¡Todo hombre es un ángel!
¡El vago es tan santo como el serafín! ¡el demente es tan santo como tú mi
alma eres santa!
¡La máquina de escribir es santa el poema es santo la voz es santa los
oyentes son santos el éxtasis es santo!
¡Santo Peter santo Allen santo Solomon santo Lucien santo Kerouac santo
Huncke santo Burroughs santo Cassady santos los desconocidos locos y
sufrientes mendigos santos los horribles ángeles humanos!
¡Santa mi madre en la casa de locos! ¡Santas las vergas de los abuelos de
Kansas!
¡Santo el gimiente saxofón! ¡Santo el apocalipsis del bop! ¡Santas las bandas
de jazz marihuana hipsters paz peyote pipas y baterías!
¡Santa las soledades de los rascacielos y pavimentos! ¡Santas las cafeterías
llenas con los millones! ¡Santos los misteriosos ríos de lágrimas bajo las calles!
¡Santo el argonauta solitario! ¡Santo el vasto cordero de la clase media!
¡Santos los pastores locos de la rebelión! ¡Quien goza Los Ángeles es Los
Ángeles!
¡Santa New York santa San Francisco santa Peoria & Seattle santa París
santa Tánger santa Moscú santa Estambul!
¡Santo el tiempo en la eternidad santa eternidad en el tiempo santos los relojes
en el espacio la cuarta dimensión santa la quinta Internacional santo el ángel
en Moloch!
¡Santo el mar santo el desierto santa la vía férrea santa la locomotora santas
las visiones santas las alucinaciones santos los milagros santo el globo ocular
santo el abismo!
¡Santo perdón! ¡compasión! ¡caridad! ¡fe! ¡Santos! ¡Nosotros! ¡cuerpos!
¡sufriendo! ¡magnanimidad!
¡Santa la sobrenatural extra brillante inteligente bondad del alma!
Berkeley, 1955

por Allen Ginsberg
traducción de Rodrigo Olavarría

[i] "Aullido", en su primera edición de 500 ejemplares, no tuvo mayores
contratiempos, fue la segunda edición de 3 mil ejemplares, en Mayo de 1957
que fue retirada de las librerías tras ser declarada obscena por el fiscal
Chester McPhee quien declaró "las palabras y el sentido de la escritura es
obscena" y "usted no querría que sus hijos se cruzaran con esto". El 21 de
Mayo de 1957, el poeta Lawrence Ferlinghetti fue arrestado bajo los cargos de
"concientemente publicar y vender material indecente". El 2 de Octubre del
mismo año, la restricción sobre el libro fue levantada y Ferlinghetti fue
declarado inocente. Ferlinghetti dijo que Ginsberg dejó los puntos en lugar de
"Fucked" como una declaraciòn política en recuerdo del proceso judicial.

Revista de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile ISSN
0717-2869




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